lunes, 16 de febrero de 2015

¿Qué hay en tu mochila?

El caminar por la montaña es un símil muy bueno al caminar por la vida.
Entre los muchos aspectos que se pueden enfrentar, hoy me centraré en uno: la mochila.

Cuando vas a la montaña es muy importante lo que lleves en tu mochila, de esto dependerá que ésta se convierta en tu amiga o en tu “enemiga”.

En principio, y de partida, la mochila es nuestra amiga, pues es la que nos va a ayudar a transportar todo lo que necesitamos, desde la comida que nos alimentará al abrigo que nos abrigará, el agua que calmará nuestra sed (y quizás la de otro) o lo que nos proteja del sol abrasador.

Pero, ¡ojo! Hablamos de “todo lo NECESARIO” pues aquí reside el peligro de que nuestra mochila se convierta en una “enemiga” frente a la caminata.

Si en vez de equiparla, exclusivamente, de cosas esenciales, la cargamos con cosas “por si” o recurrentes “ya que” que nos proporcionen una seguridad ficticia frente a lo desconocido, sólo hará que ésta aumente su peso y así cuánto más peso carguemos, más lentamente y con mayor esfuerzo nos moveremos.

Y hasta ahora sólo hablábamos de cosas materiales, ya no digamos las emocionales.

Cuánto más alta es la montaña -pensemos en un ocho mil- mayor es el equipo NECESARIO que deberemos llevar y para ello está la ayuda de porteadores o de burros de carga tirados por arrieros. E incluso en montañas menos altas, siempre encontraremos un amigo generoso, y con espacio en su mochila, que nos libere de un poco de peso.

Pero cuando la carga se trata de algo emocional, ésta suele ser mucho mayor que cualquier material y ahí no es de justicia cargar a otros (normalmente a los que tenemos más cerca y que más nos quieren) de nuestras pesadas cargas emocionales.

Más bien, por qué no abres tu mochila, saca todo lo que hay y párate un momento a pensar: ¿lo necesito realmente?.

Quizás encuentres cosas que en un momento fueron importantes pero que hoy día ya se quedaron obsoletas; otras que una vez guardaste (tan bien guardadas) que ni siquiera recordabas que estaban ahí y que en cada caminata has cargado; otras que alguna persona te dio y con cariño guardaste pero que realmente nunca has utilizado (ni lo harás) pero a la que, de alguna manera, te sientes vinculado y te cuesta sacar de la mochila.

Y aunque alguna vez tengamos la tentación de querer ir tan “ligeros de equipaje”, que nos gustaría caminar sin mochila, nuestra mochila es una parte fundamental para nuestro caminar y será nuestra amiga siempre y cuando contenga SOLO lo necesario.


Por lo que, revisar lo que cargamos en nuestra mochila será recomendable ante cada nueva caminata, así como en diferentes momentos del camino, 
que es nuestra vida.

martes, 6 de agosto de 2013

Lo conocí

Una vez conocí a un hombre… que cuando me sorprendía con uno de sus guiños hacía que cualquier problema hallara su solución.

Una vez conocí a un hombre… que cuando me miraba con sus ojos sinceros y profundos hacía que quisiera ser mejor persona, la mejor versión de mí misma.

Una vez conocí a un hombre… que cuando me sonreía hasta el día más nublado se tornaba en soleado.

Una vez conocí a un hombre… que cuando me abrazaba sentía que se fundían nuestras dos almas en una.

Una vez conocí a un hombre… que cuando me hablaba, o me escuchaba, lo hacía de verdad, de frente y con los cinco sentidos.

Más de una, de dos, y de tres veces me hubiera gustado tener un espejo que ponerle delante de su rostro, para que pudiera ver lo que yo veía.
En ese preciso momento se hubieran disipado todas sus dudas.

Una vez lo conocí… y por eso me siento bendecida.


domingo, 28 de julio de 2013

Hay un lugar...


Hay un lugar al que me gustaría ir.

Hay un lugar en el que anhelo vivir, vivir para siempre.

Ese lugar es el más bello que nunca habría imaginado, el más sorprendente que ni el mejor de mis sueños habría soñado.

Es un lugar mágico, pues en él no existe principio ni fin, en el que el tiempo no se mide por las manecillas de un reloj, en el que no hace frío ni calor sino una constante calidez primaveral.

Cuando pienso por un momento que pudiera hallarme en él, se estremece lo más profundo de mi ser, llegando a emocionarme mientras se dibuja una sonrisa contenida en mis labios, casi sin querer.

Cada día me hago dos preguntas: “¿será hoy?” y “¿no será hoy?”

Ojalá algún día me lleves a él, pues solo puedo ir si es de tu mano.

Ojalá el camino hasta llegar no sea muy largo, aunque no me importa por lo que tenga que pasar si tengo la certeza del ansiado destino.

Hay un lugar al que me gustaría ir,… uno solo el que me hará feliz,… tu corazón.


jueves, 13 de junio de 2013

¿Cuánto dura el amor?

Entonces yo te pregunté: ¿Cuánto dura el amor?

Tu respuesta me dejó sin aliento: "hoy"

Después de un breve silencio, que me supo a eternidad y al ver la estupefacción de mi cara, con un cómplice guiño (de esos que sólo yo comprendo) proseguiste:

" y si me preguntas mañana y pasado y al otro...te responderé lo mismo: hoy !! porque cada día de mi vida no tengo otro propósito y empeño más claro que el de hoy: amarte.
No puedo prometerte un "para siempre" de los cuentos de hadas, pues es algo tan abstracto que no es real, no existe... lo que tenemos, con lo que contamos es el "hoy"... 
el "hoy" sí es mío, está en mis manos, y te lo regalo. "

miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Lo has notado?


Te hablo con mi mirada
y te acaricio con mis palabras,
¿lo has notado?

Te sonrío con el corazón
y me sonroja tu voz,
¿lo has notado?

Te sueño en mi mañana
y te espero en mi noche,
¿lo has notado?

Te beso en mis sueños
y te amo en tu recuerdo,
¿lo has notado?

Te hablo, te acaricio, te sonrío, me sonrojo, te sueño, te espero, 
te amo…¿lo has notado?

;-)

domingo, 24 de febrero de 2013

Oda a tu abrazo


Este artículo era un poema que compuse inspirado en los sentimientos y sensaciones de un abrazo, de esos que son reconstituyentes y que necesitamos como el respirar.

Si quieres leer el artículo completo, puedes ir a mi nuevo blog y leer el poema >> Oda a tu abrazo

jueves, 27 de septiembre de 2012

Culpable

La distancia en el tiempo y el camino recorrido te dan la perspectiva suficiente para ver con mayor claridad -si cabe- tus acciones.
Para emprender una tarea de tal embergadura es necesario grandes dosis de humildad y sinceridad con uno mismo.
Por eso, no he de titubear al reconocer que soy:

- Culpable de despertar cada mañana con la esperanza de que ese día sea "el día menos pensado".
- Culpable de entregar el alma a quien no la quería.
- Culpable de alimentar un sueño, de soñar con tu sueño.
- Culpable de mostrar solo aquello que no duele.
- Culpable de creer saber lo que sentías.
- Culpable de poner al mal tiempo buena cara y de estar a las duras y a las maduras.
- Culpable de contar contigo para ser feliz.
- Culpable de ser la pieza que encaje en tu puzzle.
- Culpable de haber aprendido a no ser yo misma, sino un reflejo de ti.

Pero también:
- Culpable de no acostumbrarme al peso de la desdicha.
- Culpable de no poder vivir de la apariencia.
- Culpable de anteponer la sinceridad al "qué dirán".
- Culpable de quererte de más y no echarte de menos.
- Culpable de darle otra oportunidad al amor, y a mi misma.

Aunque a primera vista esto pueda parecer una confesión, me adelanto a aclarar que no es así. Ni mucho menos. Porque un requisito imprescindible para que fuera, sería el arrepentimiento... y yo no me arrepiento! 

No, no puedo arrepentirme de ser cómo soy, de confiar, de entregarme, de amar, de buscar la felicidad, de esperar... en definitiva, de vivir.

Solo puedo... con la luz del presente, mirar hacia el futuro.